martes, 1 de junio de 2010

Artículo escrito por Marcos Tarre sobre lo que me sucedió hace un par de semanas. Los datos fueron cambiados por seguridad.

EL NACIONAL - Domingo 30 de Mayo de 2010 Sucesos/10

Sucesos

Apuñalado


VIOLENCIA Y RESILENCIA

MARCOS TARRE
marcostarre@gmail.com


Hace unas semanas, un sobrino de un amigo, un joven veinteañero, caminaba por la avenida Presidente Medina y en un paso peatonal un taxi casi lo atropella.

El joven le lanzó una consabida mentada de madre, pero el taxista no le respondió, sino que detuvo su vehículo, salió enardecido, se le fue encima al muchacho, le clavó una puñalada en el vientre, regresó a su carro y se alejó.

El joven, bañado en sangre, con una arteria cortada, pudo pedir ayuda a motorizados que pasaban, quienes lo trasladaron a módulos asistenciales hasta que tuvo la suerte de llegar al Hospital Universitario, donde lo atendieron, intervinieron y salvaron la vida.

Este incidente parece reflejar la tensión latente en las calles de Caracas y que puede estallar en cualquier momento por los motivos más banales, pero sobre todo por la impunidad generalizada que permite que un hombre apuñale o le dispare a otro con la casi absoluta seguridad de que no le pasará nada, de que su acción asesina no le traerá ninguna consecuencia. También nos indica que en la capital se mata por cualquier cosa, un insulto, unos zapatos, un celular costoso, como rito de iniciación en algunas bandas o porque la víctima no portaba suficiente dinero encima. Asimismo, dentro de ese desenfreno de valores rotos y barreras perdidas, en Caracas un incidente de tránsito con un motorizado, un reclamo, una mirada malinterpretada, puede ser suficiente motivo para matar.

En Inglaterra, país que posee una efectiva y muy restringida legislación para el porte de armas de fuego, existe cierta preocupación porque han detectado el incremento de delitos cometidos por jóvenes y menores de edad que utilizan armas blancas.

El psicólogo clínico forense inglés Derek Indoe piensa que para abordar ese problema hay que mirar más en profundidad y preguntarse qué clase de persona piensa que necesita portar un cuchillo para sentirse más segura. Según Indoe, la respuesta tiene que ver con los modelos de comportamiento adquiridos. Si en casa se ha aprendido que para resolver un conflicto hay que sentarse y hablar, si ése es el modelo de los padres, entonces los niños seguirán su ejemplo. Si no es así, ahí es donde empiezan los problemas. Si a eso se agrega alguna experiencia temprana de violencia, actitudes negativas, pobre manejo de la ira, ineficiencia en los centros de acogida de las autoridades locales, el abuso de sustancias, grupo de amigos delincuentes y los traumas crónicos de crecer en un entorno en el que no se sienten seguros, ese patrón se reforzará.

Indoe afirma que la sociedad contemporánea alimenta las conductas violentas.

La mayoría de los programas que se ven en televisión, los noticieros, series o películas, por lo general, no ofrecen un buen modelo de cómo manejar los problemas.

El especialista Richard Garside aclara que la misma frase "delitos con arma blanca" es sintomático de una filosofía inútil que convierte los objetos inanimados en origen del problema. Tenemos que averiguar por qué las personas entran en confrontaciones violentas entre sí, y no sólo fijarse en las armas que usan. El índice de homicidios por 100.000 habitantes en Gran Bretaña está por 1,5. En Venezuela es 35 veces más alto. Sin embargo, aquí, Gobierno y autoridades están muy lejos de indagar en las causas sociales o psicológicas de esos niveles de violencia. Quizás porque el mar de sangre en que se ha convertido el país no da tiempo para mirar más allá, o quizás porque no conviene.

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